The Black Crowes en Argentina: Cuervos sueltos en el Luna Park
Si bien el año para las visitas internacionales recién está comenzando, el show de Black Crowes en el Luna Park quedará como uno de los más contundentes de 2023.
La espera fue demasiado larga: 27 años pasaron de la última (y hasta anoche única) visita del grupo de los hermanos Chris y Rich Robinson a nuestro país. Además saldaron la cuenta de presentar un show completo, ya que en aquella oportunidad de 1996 fueron los encargados de abrir el recital de ni más ni menos Robert Plant y Jimmy Page en Ferro Carril Oeste.
El motivo de la visita era conocido: la banda se encuentra sumergida en la gira internacional que celebra los 30 años de “Shake your money maker”, primer disco y uno de los más exitosos de su carrera.
Con el argentino Nicolás Bereciartúa en guitarras, el histórico Sven Pipien en el bajo, Joel Robinow y Erik Deutsch en los teclados y Brian Griffin en batería, Black Crowes funcionó como una auténtica aplanadora de hits.
Un inconveniente en Brasil hizo que no pudieran trasladar equipos, escenografía e incluso ropa, todo esto aclarado al final por Bereciartúa, quien agradeció a los “músicos amigos” que facilitaron instrumentos y hasta al Zorrito Von Quintiero, quien consiguió botas para Chris Robinson y Pipien.
Pero este problema no hizo más que agigantar la figura de un grupo de músicos en épocas en que la parafernalia toma mayor preponderancia. A lo largo de casi dos horas la banda se brindó por completo dando una contundente lección sobre el viejo arte del rock and roll.
La inmutable figura de Rich Robinson se contradecía con su talento, capaz de generar un perfecto viaje entre los sonidos clásicos de los Rolling Stones o The Faces, el soul de Otis Redding o las raíces del blues y el rock sureño.
Nico Bereciartúa merece un párrafo aparte, ya que como miembro estable del grupo tuvo una gran noche, haciendo los solos en la gran mayoría de las canciones, entablando cruces de guitarra con el propio Robinson y consiguiendo ovaciones que le dibujaron la típica sonrisa del fanático que está cumpliendo un sueño.
“Shake your money maker” sonó por completo y en el mismo orden en el que fue editado, es decir, el grupo comenzó la noche con dos perlas como “Twice as hard” y “Jealous again”, bajando un poco la intensidad con “Sister luck”, pero levantando nuevamente con “Could I´ve been so blind”.
El público fue llegando sobre la hora al estadio, que finalmente mostró un buen aforo, sin estar colmado en su capacidad.
“Hard to handle” fue la invitación perfecta a una fiesta que cada vez se estaba poniendo mejor. Una canción que pareciera no envejecer jamás, más allá de haber sido publicada por Otis Redding en 1968.
El disco se estaba terminando y con la bella balada “She talks to angels”, “Struttin blues” y “Stare it cold” se dio por finalizada la primera parte del concierto.
Sin embargo no hubo despedida, ya que inmediatamente se procedió a la segunda parte del recital, una selección de grandes clásicos de toda su trayectoria.
El primero en sonar fue “No speak no slave”, la joya de “Southern harmony and the musical companion”, segunda placa del grupo, disco que también repasaron con “Remedy” y “Thorn in my pride”; “Go faster” de “By your side” y “Wiser time” de “Amorica” fueron las canciones para redondear una lista de temas perfecta para la noche del reencuentro con nuestro país.
Tras un breve descanso la banda regresó para el adiós definitivo con una versión del “Rocks off” de los Rolling Stones, que está incluida en su álbum de covers “1972”.
Fue así como los cuervos volaron del Luna Park, saldando cuentas con sus seguidores que los esperaron por más de 20 años y que regresaron a sus casas anhelando una próxima (y no tan prolongada en el tiempo) visita.