El Grupo Marea vuelve a escena con “Una sombra voraz”, de Mariano Pensotti

La obra se presentará todos los sábados en Dumont 4040.

Una historia que entrelaza la épica de la montaña con los pliegues íntimos de la identidad, los vínculos familiares y la construcción ficcional de la vida llegará a la cartelera porteña.

El sábado 2 de agosto a las 20 horas se estrena “Una sombra voraz”, la nueva creación de Mariano Pensotti y el Grupo Marea, con actuaciones de Diego Velázquez y Patricio Aramburu, en la sala Dumont 4040. La obra, que tuvo su versión original en francés en el prestigioso Festival de Avignon 2024 y una adaptación austriaca en el Festival de Viena 2025, marca el esperado regreso de Pensotti a los escenarios nacionales con una propuesta intimista y potente, en el vigésimo aniversario del debut de “La Marea”.

“Una sombra voraz” cuenta la historia de Julián Vidal, un escalador argentino que, en 2017, decide enfrentar el desafío que le costó la vida a su padre décadas atrás: llegar a la cumbre del Annapurna, en el Himalaya. Lo que ocurre durante esa travesía lo convierte en una figura pública. Años después, su historia llega al cine y es encarnada por el actor Manuel Rojas, un intérprete en un momento de repliegue profesional que encuentra en ese papel un renacimiento inesperado. En escena, ambos personajes –el hombre real y su doble ficcional– comparten escenario por primera vez, narrando sus versiones y revelando las zonas de contacto, los contrastes y las capas de sentido entre la vivencia y su representación.

“La obra presenta dos líneas que se alternan: lo que le sucede a Vidal en la montaña y el proceso del actor que lo interpreta en el cine. En ese vaivén se evidencian los ecos entre las historias personales, la manera en que se construyen los relatos y cómo la ficción puede alterar incluso los recuerdos más íntimos”, detalló Mariano Pensotti.

En palabras del director, “Una sombra voraz” surge de una obsesión personal con los relatos de escaladores desaparecidos cuyos cuerpos comienzan a aparecer congelados por el derretimiento de los glaciares. “Como si la naturaleza, violentada al extremo, nos estuviera devolviendo los muertos que durante tanto tiempo ocultó”, escribió Pensotti. Desde esa premisa, la pieza explora el vínculo entre las tragedias familiares, el cambio climático, la industria del espectáculo y las formas en que narramos lo que somos.

La puesta en escena cuenta con escenografía y vestuario de Mariana Tirantte, música original de Diego Vainer, iluminación de David Seldes, colaboración artística y producción de Florencia Wasser y dramaturgia de Aljoscha Begrich. El diseño sonoro y visual está al servicio de una dramaturgia que entrelaza tiempos y planos de realidad, proponiendo una experiencia sensorial y reflexiva.

La propuesta puede ser leída también como una indagación sobre los límites del documental y la ficción, una constante en la trayectoria de Pensotti. “Me interesa lo que ocurre cuando una persona ve una versión ficcional de su propia vida. ¿Qué les pasa a los actores que interpretan a alguien real? ¿Cómo se modifica una existencia al ser transformada en relato?”, planteó el director, que se formó en cine, teatro y artes visuales y cuyas obras han recorrido más de veinte países en Europa, América, Asia y Oceanía.

Desde “El pasado es un animal grotesco” hasta “Los años” o “Cineastas”, el trabajo del Grupo Marea –integrado por Pensotti, Tirantte, Vainer y Wasser– ha explorado las múltiples capas de la identidad contemporánea y el cruce entre lenguajes. En esta nueva propuesta, ese cruce se condensa en una puesta íntima, protagonizada por dos actores que sostienen en escena una tensión dramática que pone en juego el yo, la memoria y la mirada del otro.

“Una sombra voraz” podrá verse todos los sábados de agosto a las 20 horas. A partir de septiembre, las funciones se trasladarán a los sábados a las 22 y domingos a las 18. Las entradas tienen un valor de 22 mil pesos y la obra se presentará hasta el 26 de octubre en Dumont 4040, en el barrio de Chacarita.

El director retoma también en esta obra un juego literario: la alusión a Petrarca y su “Ascensión al Mont Ventoux”, texto fundacional del alpinismo. Allí, el poeta narra una expedición que probablemente nunca ocurrió, pero que dejó una huella histórica por su carga simbólica. “Suele decirse que Petrarca subió como un hombre medieval y bajó como un renacentista. Ese cambio de perspectiva es lo que nos interesa explorar: cómo ciertas experiencias nos transforman al punto de no reconocernos en la persona que fuimos”, agregó Pensotti.

En ese sentido, la obra también se pregunta por la figura paterna: la ausencia, la mitificación, el rastro que deja una pérdida. “Así como el hielo derrite cuerpos desaparecidos, el tiempo desarma mitos familiares. La obra juega con esas ideas: el padre ausente, el hijo que lo busca, el actor que lo representa, el espectador que reconstruye la historia con sus propias imágenes”, concluyó.

Crédito Fotos: Sebastián Arpesella 

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