Mi Última Solución se consolidó como una de las bandas más representativas de la música pesada nacional al ampliar el lenguaje del hardcore en español y cruzarlo con otros géneros.
Tras el lanzamiento de su álbum “En Vivo en el Teatro Vorterix”, el grupo se prepara para cerrar el año con un show especial el 21 de diciembre en Uniclub. En diálogo con La Vereda, Sebastián Vázquez, cantante de la banda, analizó la evolución de la escena, la importancia de la comunidad y los ejes temáticos de su último disco de estudio.
Sobre el presente del género y su desarrollo cultural en el país, Vázquez sostuvo que “es una escena en constante desarrollo y evolución, algo que viene dándose desde hace mucho tiempo y que, por suerte, no deja de generar nuevos sonidos y nuevas búsquedas”. En ese sentido, aclaró que no siente la necesidad de encasillar a Mi Última Solución dentro de una etiqueta rígida: “No sé si habría que encasillarlo dentro del hardcore, lo que hacemos creo que es una mezcla de muchos géneros”. Y detalló: “Hay elementos del hardcore, del punk, del pop punk, del post-hardcore y del metalcore”. Para el cantante, esa diversidad es uno de los grandes valores del espacio en el que se mueve la banda: “Lo bueno que tiene esta escena, o este nicho en el que nos movemos, es esa amplitud de sonidos e influencias”.
La historia de Mi Última Solución también estuvo atravesada por pausas y regresos, una experiencia que Vázquez vinculó directamente con las condiciones de la escena independiente. “Tiene varias dificultades, adversidades que se presentan al tocar un género del cual no es sencillo vivir en Argentina”, explicó. Y agregó que estilos como el metal, el hardcore o el punk suelen enfrentar rechazos iniciales: “Hay gente que los rechaza por la hostilidad del sonido, por la violencia o la agresividad que se puede percibir”. Según señala, esos prejuicios muchas veces impiden que el público llegue al mensaje: “Los gritos, los dobles bombos o la distorsión a veces chocan y no permiten entrar a escuchar lo que dicen las canciones”.
En cuanto al parate que atravesó la banda a partir de 2015, el cantante reconoció que fue una consecuencia del desgaste: “Nos tomamos un tiempo porque estábamos saturados, pero hoy, mirando para atrás, vemos que fue súper necesario”. El reencuentro, pensado inicialmente como una despedida, abrió otra etapa: “Pudimos hablar, poner las cosas sobre la mesa, y la mayor enseñanza fue esa: charlar, consolidarnos como grupo y como amigos”. Para Vázquez, ese aspecto humano es clave: “En el fondo somos amigos y hacemos esto porque nos llena el alma”, y advirtió que las dificultades económicas y estructurales pueden generar tensiones si no se hablan a tiempo.
En “Reflejos de uno mismo”, el último álbum de estudio, la banda abordó una temática central que atraviesa a toda una generación. “El tema más fuerte que atraviesa el disco es la salud mental y su cuidado”, afirmó Vázquez. Destaca que hoy existe mayor apertura para hablar de estos temas: “Por suerte cada vez se charla más y tiene más exposición”. Sin embargo, recuerda que no siempre fue así: “Cuando nosotros éramos chicos no estaba bien visto tratarse, era como que uno tenía que ser fuerte y ya”. En ese sentido, subrayó un riesgo persistente: “Al no ser algo físico visible, puede estar muy bien enmascarado y llevarte a los peores lugares”.

Comunidad y música pesada hoy
De cara al show del 21 de diciembre en Uniclub, que será el último encuentro del año con su público, Vázquez reflexionó sobre el vínculo entre música pesada, pertenencia y comunidad. “Creemos que la escena de la música pesada es una escena hermosa, con una mentalidad mucho más abierta que hace muchos años”, afirmó, y recordó un pasado marcado por divisiones rígidas entre subgéneros. “Antes todo estaba muy separado por nichos, hoy esa segmentación ya no tiene tantas trabas ni prejuicios”.
En ese contexto, destacó la identidad musical de Mi Última Solución: “Somos una banda que puede pasar del metalcore súper pesado, con gritos guturales, al pop punk más popero, con melodías muy bailables y cantables”. Para él, esa dinámica es parte del disfrute del público y del espíritu actual de la escena. Además, remarcó el valor del acompañamiento colectivo: “Es una escena que se apoya mucho en su comunidad”. Según contó, existen espacios donde los seguidores se organizan para asistir a los shows y acompañarse entre sí: “Ahí se empiezan a encontrar y se va formando esa comunidad que se sostiene y comparte gustos similares”.
El lanzamiento de “En Vivo en el Teatro Vorterix” también marcó un punto especial en la relación de la banda con su propia historia. “Grabar un show en vivo y después vernos tranquilos en casa es algo loco, algo que nunca habíamos hecho”, confesó Vázquez. Si bien ya contaban con registros audiovisuales, aclara que no es lo mismo que un disco en vivo: “Nos ayuda a aprender muchas cosas sobre cómo nos vemos en el escenario y cómo performamos”. En relación con la memoria, reflexionó: “Hay cosas que quedan grabadas y otras que desaparecen muy rápido”. Por eso valora especialmente ese registro: “Agradecemos haber filmado ese show, que fue algo histórico para nosotros. Siempre soñamos con hacerlo, y haber presentado nuestro tercer disco grabando un álbum en vivo fue una locura”.