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Diego Gentile: “Este personaje me generó adrenalina y emoción”

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El regreso del clásico “Largo viaje del día hacia la noche” es una de las grandes novedades de la cartelera porteña. De la mano del Complejo Teatral de Buenos Aires, este texto escrito por Eugene O’Neill vuelve a reunir en un rol protagónico a la pareja conformada por Arturo Puig y Selva Aleman que, junto a un excelente elenco, lleva adelante una puesta imperdible bajo la dirección de Luciano Suardi.

La familia se completa con Diego Gentile y Lautaro Delgado Tymruk, quienes se ponen en la piel de los hermanos Jamie y Edmund Tyrone, mientras que Julia Gárriz es Cathy, la empleada doméstica que tiene la gran mansión recreada en la Sala Casacuberta del CTBA.

Por su trabajo como uno de los hermanos Tyrone, La Vereda entrevistó a Diego Gentile quien sostuvo que la primera vez que supo acerca de su personaje fue “durante mi formación con Arezzo” y agregó que “conocía” la obra, “pero no la tenía tan presente”. Por tal motivo “cuando la leí fue una emoción, la posibilidad de decir estos textos no llegan siempre”.

¿Cómo te preparaste para interpretar a un actor que odia ser actor?

No lo pensé como parte del personaje. En general las cosas tan grandes y tan difíciles de encarar, tan poco tangibles como las sensaciones o pensamientos, cuando el texto está tan bien escrito, me apoyo en eso y en la mirada de los compañeros y del director. Hay algo ahí que uno se zambulle y confía que todos queremos contar el mismo cuento. Ni se me cruzó la idea del actor que odia ser actor, es linda la mirada esa también. Pero no le di importancia, porque el mismo Jamie tampoco le da importancia.

Gentile en cada momento resalta el peso y la calidad, argumentando que la obra de O´Neill “tiene cosas por decir, con importancia” ya que “describe los vínculos de una familia rota cuyos integrantes se aman y se permiten el odio también”.

Sobre su personaje de Jamie, el actor lo define como muy “dual, resentido y luminoso”. Es un personaje “tan frustrado y vital y todo mezclado”. A todo esto se le suma “el hecho de hacerlo de miércoles a domingos, que es como tirarte a una pileta de playmobil, por eso lo que me generó fue pura adrenalina y emoción”.

¿Cómo definís al personaje de Jamie ante la mirada de su padre?

La mirada de su padre, en parte es su frustración. Es de esos mandatos y obligaciones que siente sobre sus hombros. Este padre es un primer actor que quiere que su hijo quiera ser vital con algo.

Sin embargo con el pasar de la obra, el espectador verá cómo Jamie en un momento empieza a soltar esa vida soñada por su padre. “En la secundaria él empezó a tomar, a frecuentar los prostíbulos y darse cuenta que no le importaba la vida, o que la vida era eso”, explica Gentile. “Jamie está todo el día bajo la mirada y el mandato del padre que dice ‘tenés que hacer algo’, ‘tenés que ser alguien’ y él no quiere. Lo hace a su pesar, pero se lo reprocha”, agrega.

¿Cuáles son las sensaciones de presentarse semana a semana con tantas funciones?

Es muy hermoso arrancar sabiendo que las entradas se van agotando para todas las funciones, eso es la magia de pertenecer al teatro oficial, al nivel de acceder a una entrada popular, más la oportunidad de ver a Arturo y Selva y escuchar un clásico.

¿Cómo fueron los ensayos y cómo fue interactuar con una pareja tan importante del espectáculo argentino?

A los dos los conocía de haberlos cruzado en el Multiteatro cuando hice durante muchos años “Toc-Toc” y ellos “Le Prenom”y “Madres e hijos”, pero nunca habíamos trabajado juntos. Fue muy hermoso.

Me formé viendo a Arturo y Silvia haciendo “Atreverse”, los veía haciendo textos revolucionarios y me decía “quiero ser actor para decir esos textos” y se los dije a ellos cuando empezamos los ensayos.

¿Por qué crees que la obra de O’Neill se mantiene tan vigente después de tantos años?

Porque habla de cosas que son universales y que no se vencen. En este texto hay una familia rota, con dolor. Una familia que se ama, pero que se lastima. Ese mismo texto se puede poner en una adaptación en unos años e irá perfecto. Somos cuatro los miembros de una familia (y no cuento a Juli Gárriz porque ella es ajena a lo que nos sucede) atravesados por estos dolores. Creo que está tan bien escrita, tan bien contada esta familia que se puede adaptar ahora, en 1910 o en 2070, que siempre será material de lectura.

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