Una obra intensa y perturbadora que pone en primer plano la violencia psicológica, los vínculos familiares rotos y las heridas que nunca cicatrizan.
Una mujer ciega, un joven con retraso madurativo, un departamento clausurado por el pasado, y una convivencia que se convierte en un campo de batalla. “Casa Oscura”, la nueva propuesta dirigida por Karina Bazán Carpintero, invita al espectador a sumergirse en un universo áspero y opresivo, donde los roles de víctima y victimario se difuminan constantemente. Protagonizada por Adriana Cuerda y Mariano Peque, la obra se presenta en el Teatro del Pasillo (Colombres 35) y propone una experiencia teatral tan inquietante como potente.
Basada en la pieza “Viviendo en Penumbras”, escrita por Ariel Cortina y Chelo Margal, esta versión dirigida por Bazán Carpintero retoma el espíritu del texto original pero lo condensa en una puesta intimista y descarnada. La historia se desarrolla casi enteramente dentro del departamento de Amanda, una mujer que quedó ciega tras un incendio ocurrido en el videoclub que regenteaba junto a su hermano, quien murió en el siniestro. Desde entonces, la oscuridad ha sido su único paisaje.
El otro hermano de Amanda, sobreviviente y padre de Mariano, fue quien se ocupó de los trámites del seguro y de la administración del dinero que dejaron las cenizas. En ese entramado, Mariano —un joven con retraso madurativo y dificultades para hablar— queda atrapado como acompañante de su tía, cumpliendo la voluntad de un padre ausente que delega todo en él.
Amanda no puede disimular el resentimiento que siente hacia su familia, y utiliza a Mariano como blanco de sus frustraciones. Lo maltrata psicológicamente, lo menosprecia, lo manipula. Cuando no alcanza con las palabras, recurre a formas de violencia física solapadas por su condición. La aparente fragilidad de Amanda se convierte así en una máscara, una excusa, un escudo desde donde castiga.
Pero Mariano no es ajeno a esa dinámica. A su manera, también responde. La aparente docilidad de su personaje esconde un costado sombrío: Él encuentra en los miedos de su tía una forma de venganza. La atormenta con delirios, con amenazas apenas veladas, con esa tensión constante que desestabiliza. Las ratas —imaginarias o no— y los ruidos de una vecina que mantiene relaciones íntimas tras la pared, agregan capas a un ambiente de encierro y paranoia.
La escenografía y el diseño sonoro cumplen un rol clave en esta historia: el encierro físico y sensorial, la repetición de películas de la época dorada del cine como escape —o como prisión mental—, el constante clima de amenaza latente. Cada elemento contribuye a ese universo opresivo en el que ambos personajes se desdibujan y revelan lo peor de sí mismos.
La aparición (y desaparición) de la vecina agrega un punto de quiebre en la obra. Su muerte repentina dispara una espiral de violencia inesperada, que escala hasta consecuencias fatales. El desenlace es tan crudo como inevitable: solo uno podrá sobrevivir a esa “casa oscura”.
Las funciones se realizan en el recinto de Colombres 35, todos los sábados desde las 18 horas. En cuanto a las entradas, pueden adquirirse en las boleterías del lugar o por Alternativa Teatral.