El Centro Cultural Recoleta inaugura dos muestras que abordan la representación del cuerpo y las narrativas históricas desde una mirada crítica, con obras de Laura Códega y Josefina Labourt que recorren más de dos décadas de producción.
Este miércoles 30 de abril a las 18 horas, el tradicional recinto porteño será escenario de la apertura de dos exposiciones de fuerte impacto visual y conceptual. Se trata de “Un perfume de amor, sangre y nervios”, de Laura Códega, en la sala C, y “La vigilia de los harapos”, de Josefina Labourt, en la sala J. Ambas muestras forman parte del programa curatorial del Recoleta para este año y proponen un diálogo entre artistas contemporáneos y figuras históricas del arte argentino.
La primera exposición, que marca la presentación institucional de Laura Códega, ofrece un recorrido por más de veinte años de producción artística. Bajo la curaduría de Carla Barbero, Códega despliega un universo visual híbrido en el que conviven la pintura, la escultura, el video, el grabado, la música y la escritura. “Mi trabajo nace de una tensión entre lo visible y lo oculto, entre lo que se preserva y lo que se margina”, expresa la artista en referencia a una obra que se sumerge en relatos periféricos, figuras olvidadas y tradiciones populares muchas veces despreciadas por los discursos hegemónicos.
“Un perfume de amor, sangre y nervios” no solo recorre la obra de Códega sino que la vincula con piezas fundamentales del grabado argentino. La muestra incluye obras de Abraham Vigo y Adolfo Bellocq, ambos integrantes del colectivo Artistas del Pueblo, surgido entre 1913 y 1914 como una respuesta crítica al canon académico de su tiempo. “Me interesa poner en tensión esas imágenes del pasado con los relatos contemporáneos que sigo construyendo, como una forma de resistencia poética y política”, detalló Códega.

En paralelo, la sala J alberga “La vigilia de los harapos”, una selección antológica de Josefina Labourt curada por Javier Villa. La artista presenta una serie de obras creadas entre 2017 y la actualidad, donde explora los límites del cuerpo femenino y su representación a través de técnicas como la escultura, el collage, el relieve y la pintura. Utilizando materiales como toallas, gasas, cáscaras de huevo, cartapesta o resina, Labourt construye cuerpos que se acercan a la vejez, la fragilidad, la deformidad e incluso la descomposición. “Trabajo con el tiempo como una materia, con la piel como un archivo sensible y con los restos como una forma de resistencia al olvido”, señaló la artista.
La curaduría de Villa propone un contrapunto histórico con la figura del escultor Norberto Gómez, uno de los grandes referentes en la representación del cuerpo desde una perspectiva visceral. “Tanto Josefina como Gómez comparten una mirada sobre la corporalidad que atraviesa el drama social. Mientras Gómez se mete con la carne, las vísceras y los huesos, Labourt trabaja más en la superficie, en la cáscara, en lo que se cae o se despega”, explicó Villa.
Ambas muestras dialogan no solo con las generaciones pasadas del arte argentino, sino también con una preocupación actual por las formas de construir y representar los cuerpos, las memorias y los discursos sociales. En ese sentido, se inscriben en una línea de pensamiento artístico que busca cuestionar lo establecido y visibilizar lo que ha sido históricamente relegado.
La entrada para visitar ambas exposiciones es libre y gratuita para residentes y ciudadanos argentinos, y las muestras podrán recorrerse a partir del 30 de abril en el horario habitual del Centro Cultural Recoleta: de martes a viernes de 12 a 21 horas, y sábados, domingos y feriados de 11 a 21 horas, en Junín 1930.