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Kiss en Argentina: Crónica del último beso a Buenos Aires

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Muchas veces amagaron a hacerlo, pero esta vez parece ser la definitiva: Kiss se va de los escenarios y en ese marco se despidió de sus seguidores en Buenos Aires.

El Festival Masters of Rock fue el contexto y el Parque de la Ciudad de Buenos Aires el lugar elegido. Horcas, Avantasia, Helloween, Deep Purple y Scorpions fueron parte de la cita, pero el gran grueso del público estaba ahí para un último abrazo al grupo liderado por Gene Simmons y Paul Stanley, secundados por Tommy Thayer y Eric Singer.

Con puntualidad inglesa, a las 22 horas del viernes sonaron los acordes de “Rock and roll”, el himno de Led Zeppelin que Kiss usa habitualmente para avisar que el escenario se predisponía a recibir a la “Banda más caliente del mundo”.

Así fue, que entre luces, humo y pantallas, caía el telón una vez más para escuchar “Detroit Rock City” y ver nuevamente a los cuatro músicos (en realidad tres) descendiendo por plataformas ante la emocionada vista del público.

Realmente es difícil realizar una crónica cuando el que escribe es fanático de un grupo, afirmación que uno se permite hacer al saber que se trata de la despedida de un conjunto de artistas que, para la gran mayoría de sus seguidores, es mucho más que un conjunto de artistas.

¿Por qué se aclara este punto? Porque los que se dieron cita en el Parque de la Ciudad, más una enorme cantidad que quedó afuera por la lastimada economía nacional, sabe de antemano cosas que quizás en otras bandas sería imperdonable: la reiteración de canciones (solamente modificaron una con respecto al show que brindaron exactamente un año atrás en el Campo Argentino de Polo) o la “ayuda” de pistas vocales que solo sirven para darle algo de pelea al cruel paso del tiempo.

Mencionado todo esto, hay algo que Kiss no negocia y que además se ve durante las dos horas que dura el concierto: la actitud es todo. Le entrega es absoluta y el respeto por el público es primordial. ¿Dudas? Se las plantean al señor de la estrella pintada que con poco más de 70 años, con operaciones de cadera o en sus cuerdas vocales, sigue volando a través de un riel hasta la mitad del predio, con 20 kilos de vestuario encima.

Kiss es sinónimo de espectáculo y así fue desde su creación y así lo dirá su epitafio. Es show, es diversión, es música…es rock and roll.

Volviendo al fan de muchos años que aparece tras el teclado y a modo de cierre, cada canción se remitió a un momento. Cada frase, incluso con el archiconocido “no hablo muy bien español…”. Todo este conjunto de cosas vividas en la noche del viernes ha sido un agradecimiento de dos horas que se extenderá por siempre.

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