El clásico de Henrik Ibsen llega al Teatro Presidente Alvear con dirección de Jorge Suárez y un elenco encabezado por Martín Seefeld y Eleonora Wexler.
Cuando Henrik Ibsen escribió “Los pilares de la sociedad” en 1877, su mirada sobre la hipocresía burguesa y el peso de las apariencias sacudió los cimientos del teatro de su tiempo. Más de un siglo después, esa crítica al poder, la moral y la mentira sigue resonando con inquietante vigencia. En pleno 2025, la obra vuelve a interpelar al espectador desde un lugar incómodo pero necesario: el de preguntarse qué tan sólidos son, en realidad, los valores que sostenemos como sociedad.
Esa tensión entre pasado y presente se vuelve palpable en la versión actual que marca el debut de Jorge Suárez como director, con un elenco encabezado por Martín Seefeld y Eleonora Wexler. Ambos construyen personajes tan convincentes como perturbadores: él, sosteniendo con frialdad un entramado de engaños; ella, dejando que la dignidad y la furia contenida atraviesen cada gesto. Sus interpretaciones provocan en el público la misma indignación que Ibsen buscó generar en su tiempo, cuando reveló que las grandes mentiras suelen esconderse detrás de una fachada de respetabilidad.
Karsten Bernick, poderoso empresario dueño de un astillero y alcalde de su pueblo, es considerado un “pilar de la sociedad” por su rectitud y filantropía. Pero tras esa fachada moral se esconden negocios turbios, engaños y viejas culpas que la inesperada vuelta de su cuñado, Johan Tønnesen, amenaza con destapar. En torno a ellos orbitan la señora Bernick, su hijo Olaf, su hermana Martha, Lona Hessel, la joven Dina Dorf y otros personajes como Rummel, Rørlund y Aune, que completan el retrato de una comunidad dominada por el interés y la conveniencia.
Con “Los pilares de la sociedad”, Ibsen inauguró su período de realismo crítico, denunciando la hipocresía moral y social de la burguesía de su tiempo. Esta nueva puesta acentúa ese mismo pulso, ubicando a los personajes en el borde del precipicio, donde la acción se convierte en el motor del cambio y la verdad emerge, inevitablemente, como una fuerza liberadora.

La puesta de Suárez es sobria, precisa, sin excesos visuales ni efectismos. Esa contención potencia la palabra y permite que el texto respire, que los silencios adquieran un peso casi físico y que el conflicto moral se sienta cercano. La escenografía y la iluminación, lejos de buscar la grandilocuencia, acompañan con sutileza el pulso dramático de cada escena, sosteniendo una atmósfera que equilibra tensión e intimidad.
Y es imposible no pensar en la política de los últimos tiempos, donde el público habrá reconocido a más de un “pilar” dispuesto a mentir, manipular o sostener su poder a cualquier precio. Ibsen, con la lucidez que atraviesa los siglos, parece haber descrito sin saberlo a ciertos personajes contemporáneos que hacen de la moral un disfraz y de la verdad una herramienta negociable. Esa identificación inmediata multiplica el efecto de la obra: el espectador ya no mira una historia del siglo XIX, sino un reflejo de lo que aún sucede a su alrededor.
El elenco se completa con las interpretaciones de Mara Bestelli, Gerardo Chendo, Edgardo Moreira, Pablo Finamore, Antonia Bengoechea, Alfredo Castellani, Daniela Catz, Susana Giannone, Gilda Scarpetta, Agustín Suárez, Lolo Crespo, Fernando Sureda, Luis Longhi y Donata Girotti, en un conjunto que logra sostener la densidad del texto y darle humanidad a cada rol secundario.
Al final, “Los pilares de la sociedad” vuelve a recordarnos que el tiempo no diluye las estructuras que Ibsen cuestionaba, sino que las reconfigura. La obra se alza como un espejo incómodo frente a una actualidad que sigue premiando las apariencias por encima de la verdad.
Fotos: Carlos Furman
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