Considerada una obra clave dentro del cine de terror, “El Resplandor” (The Shining) no solo dejó una huella por su atmósfera inquietante, sus planos impecables y la inolvidable actuación de Jack Nicholson, sino también por algunas cifras impactantes que revelan el nivel de obsesión y exigencia que Stanley Kubrick imprimió en el rodaje. Una de las más llamativas tiene que ver con una escena icónica: la del personaje de Jack rompiendo la puerta del baño a golpes de hacha, gritando el ya mítico “Here’s Johnny!”.
Esa secuencia, que pasó a la historia como una de las más perturbadoras del séptimo arte, fue grabada ni más ni menos que ciento cincuenta y siete veces. Sí, leíste bien: 157. Un número que la convirtió en la escena con mayor cantidad de tomas repetidas en una jornada de filmación. Lo más sorprendente es que toda esa maratónica cantidad de repeticiones ocurrió en un mismo día.
Para lograr semejante hazaña, se necesitó de un equipo exclusivamente dedicado a la puerta: dos personas retiraban los restos del marco anterior, otras dos colocaban una nueva puerta idéntica, y una quinta limpiaba los restos de cada toma fallida. Pero eso no fue todo. En busca de un realismo extremo, Kubrick tomó una decisión polémica y cruel: ordenó que durante esa jornada nadie del equipo hablara con Shelley Duvall, quien interpretaba a Wendy. Incluso se le negó el almuerzo, con la intención de mantenerla al borde del colapso emocional y lograr una reacción genuina frente al terror de la escena.
Paradójicamente, aunque la producción terminó con más de ciento cincuenta versiones del momento, la toma final elegida por el director se encuentra entre las primeras diez registradas.
Con los años, “El Resplandor” se convirtió en un verdadero hito del género, tanto por su influencia estética como por el debate que generó sobre los límites en la dirección de actores. Pero esta escena, sin dudas, resume como pocas el nivel de intensidad que marcó toda la película.
