Una historia urgente y poderosa sobre el odio y la intolerancia

La obra se presentará todos los miércoles

Carlos Kaspar dirige “Puntera de acero”, nueva versión de la compañía El Vacío Fértil con Romina Pinto e Iván Steinhardt, basada en el texto de David Gow.

Luego de una intensa gira por Europa que marcó su octava travesía internacional en 2024, la compañía argentina El Vacío Fértil regresa a la cartelera porteña con un estreno de alto impacto. Se trata de “Puntera de acero“, una versión libre de “Cherry Docs”, obra del dramaturgo canadiense David Gow, que cuenta con la dirección de Carlos Kaspar y las actuaciones protagónicas de Romina Pinto e Iván Steinhardt. El espectáculo sube a escena desde este 28 de mayo, todos los miércoles a las 20.30 horas en el Teatro El Tinglado (Mario Bravo 948), con entradas disponibles en Alternativa Teatral.

La trama se instala en el complejo entramado del sistema judicial del conurbano bonaerense, donde Daniela Dunkelman, abogada defensora pública y judía practicante con una mirada progresista, se ve forzada a representar legalmente a Miguel, un joven neonazi acusado de cometer un crimen motivado por el odio racial. La tensión entre ambos, tan inevitable como punzante, es el núcleo dramático de una obra que, lejos de ofrecer respuestas simples, invita a interpelarse profundamente sobre los límites del prejuicio, el miedo y la intolerancia.

“Por odio se cometen los crímenes más atroces y se promueven guerras y holocaustos en nombre de la libertad, palabra que hoy es utilizada como excusa más que como principio”, expresó el director Carlos Kaspar. “La historia nos ha dado múltiples ejemplos de cómo el odio solo conduce a más odio y más muerte. “Puntera de acero” nos habla de ese odio que anida oculto en todos nosotros y nos invita a pensar qué hacer con eso”.

La puesta se inscribe en una línea de teatro político que no evade los dilemas actuales ni los discursos que resuenan peligrosamente en muchas democracias contemporáneas. La elección del texto de Gow, actualizado y trasladado al contexto argentino por Iván Steinhardt, encuentra un eco inquietante en el presente. “Hacer una obra en pleno siglo XXI que hable de discriminación, fanatismo religioso y violencia debería ser una antigüedad. Pero el mundo dista mucho de ser mejor”, afirma el equipo artístico en una declaración conjunta. “A casi 25 años del nuevo milenio, pareciera que hemos retrocedido al comienzo del siglo XX”.

Con la fuerza de una tragedia contemporánea, la historia no se limita a retratar el enfrentamiento entre dos posturas ideológicas opuestas, sino que avanza sobre las fisuras internas de cada personaje. ¿Qué impulsa a una mujer judía a defender a un asesino neonazi? ¿Qué hace que él acepte ser representado por ella? En ese vínculo forzado por la ley, los prejuicios, temores y heridas individuales se revelan con crudeza, exponiendo tanto las contradicciones personales como las estructuras sociales que los moldean.

David Gow escribió “Cherry Docs” en la década del noventa, cuando ya advertía el auge de discursos ultraconservadores en Occidente. “Tener razón sobre el futuro no siempre es reconfortante”, expresó el autor. “El personaje de Mike dice: ‘Lo que ustedes tienen en sus manos es una guerra’. Habla de una guerra política, pero también de violencia física. Lo que muchos llaman neoliberalismo dejó a generaciones sintiéndose desplazadas, generando resentimiento. Los nuevos soldados de la extrema derecha no serán skinheads, sino políticos y empresarios con traje y zapatos de vestir”.

La elección de Kaspar y su equipo de llevar esta obra a escena hoy tiene un objetivo claro: provocar reflexión. No solo sobre los discursos de odio que resurgen con fuerza, sino también sobre las formas más sutiles y cotidianas que adquiere la intolerancia. “La obra confronta a sus personajes con sus propios prejuicios. Por momentos, parecen mirarse al espejo, descubriendo en el otro lo que creían ajeno”, reflexionan desde El Vacío Fértil. “¿Qué tan racistas somos? ¿Hasta dónde llega nuestra tolerancia hacia el diferente? ¿Se puede aprender a odiar?”.

Con un trabajo actoral que promete intensidad y una puesta que no esquiva la incomodidad, “Puntera de acero” se instala como una propuesta imprescindible dentro del teatro independiente actual. Un llamado urgente a la conciencia, en tiempos donde las palabras también pueden convertirse en armas.

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