Una noche entre sombras y memorias: la experiencia única del Cementerio Británico

Varios son los valientes que se animan a esta inusual aventura nocturna

El tour nocturno de NUVA Turismo propone un viaje entre tumbas ilustres, relatos conmovedores y un aura que mezcla lo cultural con lo enigmático. Una experiencia distinta para redescubrir la historia en la penumbra.

Una reja se abre con discreción y el silencio toma protagonismo. La noche cae sobre Buenos Aires, y en un rincón poco habitual del circuito turístico, un grupo reducido de personas comienza a adentrarse en un mundo distinto. No es un museo ni una galería de arte. Es un cementerio. Pero no uno cualquiera: es el Cementerio Británico, donde el recorrido nocturno organizado por NUVA Turismo combina historia, leyendas y emoción bajo una atmósfera única.

La propuesta, tan inusual como magnética, se extiende durante dos horas. En ese tiempo, las tumbas dejan de ser estructuras de mármol y se convierten en puertas hacia otras épocas, hacia nombres que dejaron huella en el país. Allí reposan, entre otros, Adolfo Kapelusz (fundador de la Editorial Kapelusz), Melville Bagley (titular de la primera marca registrada del país), Abel Saint (creador de Chocolates Águila), Sarah Chamberlin de Eccleston, Jennie Eliza Howard, Frances Gertrude Armstrong de Besler y Minnie Burrows Armstrong de Ridley, (todas maestras de Domingo Sarmiento), Alejandro Watson Hutton (fundador de la AFA), Poly Bird (autora de “Cuentos para Verónica”) y Cecilia Grierson, quien hoy aparece en los billetes de dos mil pesos; entre varios otros.

“Es un recorrido al que la gente ya sabe a lo que viene, se promociona así, se viene a conocer un cementerio de noche, con toda la experiencia que eso puede incluir”, explicó Vanesa Delgado, una de las guías encargadas de acompañar al grupo durante la caminata. En diálogo con La Vereda, relató que hay visitantes que llegan con cierto temor, otros con pura curiosidad, pero todos terminan involucrados emocionalmente con al menos una de las historias que se cuentan. “Ha pasado que vienen con niños y que los chicos se sienten muy reflejados con la historia de Alejandro Cohn (hermano del cineasta Mariano Cohn, quien falleció por causas que fueron motivo de una extensa investigación por mala praxis). Eso quizás los sensibiliza un poco”, comentó.

La clave del tour está en cómo se construye el relato: Vanesa observa al grupo, mide sus reacciones y adapta el tono del recorrido. “Trato de ir viendo cómo lo van recibiendo ustedes, con qué historia se vinculan más, con cuál menos, y el énfasis que le puedo poner a cada una. La idea es que sea una experiencia amena, no que se vayan con un sentimiento de congoja, aunque eso también pueda aparecer”.

Cada historia tiene su peso, pero algunas despiertan un interés particular. “Una de las que más me gusta contar es la de Bagley, por cómo se fue desarrollando y cómo terminó. La ley de marcas y patentes de hoy en día parte de ese conflicto. Es un gran beneficio para el comerciante, incluso nosotros como guías podríamos abrir nuestra propia marca. Y además, ¿quién no conoce una galletita Bagley? Sobre todo por la bendita chocotorta… bendita seas”, dijo entre risas.

Otra de las joyas del recorrido es el Jardín de la Commonwealth, un espacio de belleza y simbología que sorprende incluso a quienes conocen muchos cementerios. “No existe otro igual fuera de Gran Bretaña. Eso enaltece lo única que es Buenos Aires a la hora de recibir al que viene de afuera. Somos más receptivos de lo que a veces creemos”.

Durante el trayecto, los visitantes caminan con respeto, algunos en silencio, otros preguntando, todos en sintonía con el misterio que emana de ese lugar. El recorrido está cuidadosamente diseñado, pero también deja espacio para que cada quien explore. “Lo importante es que todos los caminos conduzcan a Roma. A veces la gente se separa un poco, ve algo que le llama la atención y lo pregunta. Me ha pasado, por ejemplo, que me preguntaran por los huevos (común de ver en varias de las lápidas, a modo de símbolo de resurrección y la vida después de la muerte), algo totalmente inesperado. Pero eso lo hace más interesante”, explicó.

Lejos del morbo o lo macabro, la experiencia no apela al terror ni a lo sobrenatural, aunque siempre hay quien pregunta por hechos paranormales. “La verdad es que nunca me pasó algo raro. Lo más que me ocurrió fue que viniera una familia con muchos chicos, y claro, al más mínimo ruidito, una hojita que se movía, se asustaban. Pero en general, la gente viene predispuesta. Lo viven como lo que es: una experiencia diferente, enriquecedora, única”.

El cierre del recorrido, que Vanesa prefirió no revelar para no arruinar la sorpresa, también tiene su toque especial. “Es como una nota diferente, quizás un poco descolocante al principio, pero termina siendo un cierre muy lindo para todos”, aseguró.

Y así, cuando las luces se apagan y la reja vuelve a cerrarse, quienes participaron del tour no solo se llevan el recuerdo de una noche atípica. También cargan con nuevas historias, rostros que ya no verán con indiferencia al pasar frente a un nombre en un envase de galletitas o en un billete. Porque el cementerio, de noche, habla. Y si uno está dispuesto a escuchar, puede encontrar allí algo más que tumbas: puede encontrar vida.

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